No volvió a jugar hasta dos meses después frente al Jabaquara -también con gol-, y por tercera vez, esta vez sin marcar, ya con el nuevo año 1957, momento en el que se convirtió en asiduo en el equipo. Nada más se sabe hasta 1903, año en el cual dentro de las fiestas de Corpus Christi, se incluye en su programación la ejecución de un encuentro de exhibición a disputar por un grupo de aficionados madrileños en el Hipódromo de Armilla debido a la falta de un espacio reglamentario en condiciones.