Un púgil puede impartir un golpe lo suficientemente fuerte, uno bien colocado, o un golpe que haya tomado al rival sin una buena postura de pies y con tal le ha hecho perder el equilibrio o le ha hecho perder momentáneamente la conciencia resultando en que caiga, esto resultará en que el árbitro o réferi aplique la cuenta de protección.