A partir de allí comenzaría un período de ausencia de Argentina en las Copas del Mundo por desacertadas políticas de manejo deportivo en las cuales intervenían los gobiernos de turno. Horst Schmidt, con el cargo de primer vicepresidente, quedó a cargo de la organización de las sedes y estadios, seguridad, financiamiento, transporte y administración. Los locales se adelantaron con un gol de Pablo Dorado, pero el equipo argentino se rehízo con goles de Carlos Peucelle y Guillermo Stabile finalizando el primer tiempo con una victoria parcial 1-2. En el tiempo complementario, tres tantos le bastó a Uruguay para dar vuelta la serie, José Cea, Victoriano Iriarte y Héctor Castro artífices de la remontada uruguaya que terminó en un 4-2 definitivo.